martes, 27 de abril de 2010

La Ciudad de los Sueños

Capítulo VIII

– Te vi desde que llegaste –Dijo el hombre que estaba parado a un lado mío, haciéndome brincar por la sorpresa, no me di cuenta del momento en que llegó–, ¿No eres de por aquí verdad?
– No –Le dije al voltear la mirada quedando frente a frente con él.
El hombre ya pasaba de los cincuenta años, el pelo le llegaba a media cabeza y la barba tupida lucía del mismo color del cabello completamente blanco, sus ojos tenían un raro aspecto porque uno era oscuro y el otro lo tenía de un color bastante claro, como si lo tuviera muerto, era la primera vez que veía a una persona con esos ojos, de mediana estatura, casi igual que la mía y su mirada era huidiza por momentos y al momento siguiente cobraba así mismo una firmeza algo extraña, vestía con unos pantalones de vestir y camisa de manga larga, sus zapatos estaban ya gastados de tanto uso.
– Voy de paso, pero me gustaría saber algunas cosas –Dije con una firmeza que me sorprendió quizá por la alegría de ver a alguien más en ese poblado–, por ejemplo el nombre del pueblo, ya que el guardia apostado en la entrada no me lo quiso decir.
– Te dije que no era de aquí –Murmuró el hombre, como si hablara para sí mismo.
– Perdón, ¿dijo usted algo? –Pregunté un poco desconcertado.
– ¡Yo no, pero él sí! –Me dijo volteando la mirada hacía un lado como si mirara a otra persona que estuviera parada junto a él.
– ¿Yo? –Volvió a decir el hombre–, ¡si tú eres el que nunca me deja hablar!
Quizá fue mi imaginación, pero la voz del hombre cada vez que empezaba su soliloquio cambiaba un poco de tonalidad. No supe que hacer, me quedé muy confuso, pero tiempo después comprendí que el problema del hombre era una doble personalidad con la cual interactuaba a cada instante, lo había leído en un libro y de momento no supe cómo actuar, solo hice lo que mi conciencia me dictaba que era comportarme con naturalidad. –Este pueblo parece más un manicomio que un pueblo –pensé para mis adentros.
– Espero me disculpes –Dijo el hombre con un tono que me desconcertó–, lo que pasa es que es muy difícil ver a personas distintas por aquí. ¿Sabes?, a veces se oye hablar al viento, el viento tiene muchas voces y estas voces a veces me dan consejos, me avisan de las cosas nuevas que pasan en estos lugares y precisamente ellas me dijeron que estabas aquí, por eso he venido a ofrecerte un poco de ayuda.
Me quedé desconcertado, no entendía nada de lo que estaba pasando pero ¿quién me lo podría explicar?, y si trataba de explicarme el ¿por qué?, nunca lo entendería y quizá terminaría como los habitantes de este lugar, así que decidí no pensar mucho en el asunto y seguirle el juego a esta persona. Recordé las palabras del guardia “algunos sufren de alucinaciones”, –Solo espero que no me quieran matar y todo estará bien –pensé.
–Hay varios caminos para llegar a la salida –Dijo el hombre–, si eso es lo que quieres saber, la encontrarás no te preocupes solamente sigue el camino que te dicte la conciencia y solito llegarás a la puerta, pero ten mucho cuidado con el guardia porque no te deja salir así como así.
– Dime una cosa, –Dije mirando al hombre a los ojos–, ¿cuánto tiempo has estado aquí?
– Desde hace ya muchos años que no lo recuerdo bien, desde que era jovencito –Volvió a entrar en un soliloquio–, pero no por mi culpa sino por la tuya, la verdad es que hemos pasado por muchas circunstancias antes de llegar hasta este momento, desde que nuestros padres nos encerraban y desde que nos abandonaron hasta ahora. ¡No es cierto!, es tu culpa que estemos aquí –Volvió a contestar el hombre en un tono de voz más alto y ya un poco enojado–, siempre me has culpado de lo que tú haces, si por ti es que estamos aquí.
– Bueno, no se peleen –Dije tratando de calmar la discusión en solitario que tenía el hombre y que ya estaba tomando tintes dramáticos y sobreponiéndome al impacto que me producía en el razonamiento lo que estaba viendo.
– Desde que comencé a soñar –Dijo el hombre adoptando una postura más tranquila–, luego comenzó la voz, primero fue como un ligero murmullo y después comenzó a aparecer él, se fue adueñando de mi cuerpo poco a poco como una enfermedad, como una gripa por ejemplo. Fuiste tú el que se adueño de mi cuerpo e hiciste cosas que no deberías.
Lo cierto es que mis padres al verme así de enfermo se asustaron y me encerraron en un cuarto, me encadenaron a la cama y me mantenían de sobras, como si fuera un perro. Al poco tiempo, un vecino descubrió lo que me estaban haciendo y llamó a otras personas, que se hicieron cargo de mi por mucho tiempo, hasta que comenzaron los sueños como una forma de escaparme de la realidad, soñando me he perdido por mucho tiempo en mundos distintos, en vidas diferentes y en sueños que no son míos, y al final ya he perdido la noción de la realidad. Por medio del sueño he comprendido el desahogo que tiene el alma.
– Es cierto –Dije con la voz quebrada por la emoción, la historia que me había contado el hombre era más común entre la gente, de lo que uno pudiera imaginarse.
– Te invito a quedarte esta noche en mi casa –Acotó el hombre de repente–, se está haciendo tarde y para cruzar el pueblo te tomará otro medio día, puedes descansar un poco, asearte y mañana sigues tu camino ¿Qué te parece?
– Me parece una excelente idea –Dije, aceptando y contento de poder seguir charlando con este enigmático personaje. Seguía teniendo mucha curiosidad por acabar de conocerlo, y la misma curiosidad me llevaba a querer conocer su espacio y lo que hacía. En realidad, sentía un poco de temor al principio, puesto que no se ve esta clase de personas a diario pero el temor se disipó al hablar con él. Pensándolo bien, yo también tengo una voz interior que me dice lo que está bien o lo que está mal a su juicio, esta voz me reprocha cuando hago algo que llega a considerar malo y me exige más cuando hago algo bien, a veces me gusta que esté conmigo y otras no tanto, porque amplifica mis temores, mis inseguridades y mis emociones, son pocas las ocasiones en que me da ánimo y a cada rato me dice lo que tengo que hacer para cuestionarlo después. Esa voz es mi conciencia y claro, no a todos se nos exterioriza como a este hombre, pero todos sabemos que ahí está.

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