domingo, 15 de agosto de 2010

Inutilmente

Sé que es inútil
la caricia que se antepone a tu pensamiento,
la melancolía que ofrece la distancia
y ésta distancia que se diluye en nuestras manos.
El tiempo es inmemorial, lo conozco por ti
por tus pasos descalzos en la escalera
y sé que eres tú, cuando llegas
¡y eres tú!

Ya todo ha pasado,
los minutos, las horas, los detalles,
el amor sincero, la amistad,
las sonrisas y sueños de pequeños,
los inciensos olvidados en las mesas
y en los rincones de tu melancolía...

Ya todo ha pasado,
ya todo es inútil, ya no hay abrazo que valga
el vértice de tu sonrisa
o que nos rompa la cintura en mil pedazos
y nos cuelgue en este frágil lazo de la ilusión.

Y a pesar de todo, a pesar de ti y de mí
la cuerda que nos une, llámese como se llame
sigue resistiendo y me recuerda esos,
tus amaneceres lejanos
y a pesar de todo,
siempre regresamos a un mismo punto
y una sonrisa nos basta entonces, una letra,

una luz impenetrable en cada cornisa
en cada renglón que a veces me indica que sigo pensando en ti.

Me recuerdo también que he de resistirte,
he de respirarte hasta que se me ahoguen los pulmones
en tu llanto de melancolía,
en tu cuerpo, en tus ojos
en lo que eres tú en mí.


Ya ves amor,
yo me digo siempre:
que nunca,
nunca dejaré de amarte...


Eugenio


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