domingo, 28 de diciembre de 2008

De tu sexo a mi sexo


De tu sexo a mi sexo
mis manos y tus manos,
palomas heridas al vuelo de una caricia
o dos o tres…
De mis labios a tus labios
veinte palabras y unos besos,
las miradas que se buscan y se encuentran en dos cuerpos
desnudos a la luz que los toca y besa…

De mi cuerpo a tu cuerpo, las ansias,
el deseo descarnado de mi avidez,
y mis manos y tus manos.
Hay gente por todas partes,
en las calles, en los autobuses, las esquinas, los tranvías o trenes,
en los aeropuertos los he visto, tristemente ignorantes
de lo que sucede hoy, aquí.

Mis manos y tus manos parecen entes ajenos,
que se avivan entre las olas que emanas del deseo enhiesto
cobrándose dos víctimas,
ellas hablan, ven, sienten… siente mis manos
recorriendo lo que las sombras, lo que mis labios.
Te derrites como la cera al fuego
y yo te moldeo y te siento mía, y te quiero y te adueñas de mí
y te me vas del ensueño para despertar a las realidades
que desesperadas se alejan buscando,
yo que sé, pero buscando, siempre buscando…

Me sumerjo en este río de voluntades para encontrarte a ti,
sumisa, encendida, temblorosa en mi pecho,
en el deseo diario de las cosas que no tenemos,
que deseamos más allá de lo que somos,
y te deseo en ti misma, en eso que eres
cuando te tengo en mis manos y cuando yo estoy
en las tuyas.



Eugenio
(Alevosía)
Poemas para mi



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miércoles, 24 de diciembre de 2008

Sucede que a veces te recuerdo...



Sucede que a veces te recuerdo
y me doy cuenta que me faltas,
en la soledad que me cobija con tu atuendo
en el silencio que a mis ojos vence poco a poco.
Sucede que a veces te extraño y todo te extraña
mi cuerpo, mi alma, mis quejas, mis enojos
y todo se vuelve contra mí y todo es mío
como el amanecer en tus ojos, como tu soledad
o tu ausencia.

A veces recuerdo que me paso de largo
en el tiempo de un olvido,
entre las calles, las mismas calles de siempre,
esquinas enarbolando distancias y tristezas,
entre mujeres que mecen sus cabellos al azar
y se ofrecen al mejor postor –y me ven pasar de largo-.
Yo soy nadie, ligero como el aire, como el humo de un cigarro,
viviendo un momento, si tú no estás.

Deberías aumentarte como la tarde
o el frío de la madrugada,
si no te aumentas en mis ojos o en mi cintura atada a ti,
soy nadie.
Con tu reflejo oculto en mi alma
y en esta necesidad que tengo de ti
y que me refleja en la inmensidad de unas horas de amor…
me faltas.

Sucede que a veces te recuerdo
y me doy cuenta que me faltas
y toda tú te haces realidad,
en mis manos que frágiles recorren la línea que dibujas con tu sonrisa,
en el rincón dónde se atesora tu ternura
tu imagen se mueve como si fueras tú misma,
y me doy cuenta entonces que a mi lado,
estas dormida.


Eugenio
(Alevosía)
Poemas para mí


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domingo, 30 de noviembre de 2008

LLevate todo de mi




Llévate todo de mí, no me dejes ni desolado,
ni distante, ni cercano.
No me dejes la sonrisa, que puedo regalarla a manos llenas,
ni los ojos que puedo mirar a cualquiera,
no me dejes el sueño, ni un espacio en tus labios,
ni tu boca.

Llévate todo de mí, mis manos, mi silencio,
incluso mi soledad, llévatela toda,
para verte, para sentirte entre todo lo que siento.
No me dejes el llanto, que puedo derramarlo por alguien más,
no me dejes ni el agua de tu cuerpo que bebo,
ni mi alma que se pierde entre tus dedos.

No me dejes nada, nada más que estas letras,
que es lo que me queda y lo que te doy a manos llenas,
déjame también que me vaya con tu abrazo
o quedarme sólo un rato entre tus brazos,
que hoy tengo sueño de dormir hasta el cansancio.

Llévate todo de mí, no me dejes ni tus ojos,
ni tu pecho, ni tu espalda, ni tu cuerpo,
déjame solo, mirando al vacío, que sólo así
podré encontrarte entre el hastío que en mi habita.

El olvido es una gota de tiempo que se aleja constantemente
no lo quiero, llévatelo contigo.

Llévate todo de mí, porque así amor mío,
me has llevado contigo.


Eugenio
Poemas para mí




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domingo, 19 de octubre de 2008

Amanecer





No sé que tiene la noche, la noche no termina
al día que no estás entre mis brazos
y este suspiro inconsciente de rayos solares
que empañan mi visión.

¿Cómo no tenerte, cómo no mirarte?
en la soledad en que mis ojos se posan.
No, no está tu mano en mi mano
ni tus ojos en mis ojos, ni tu vientre en mi vientre,
paloma tendida al viento,
y no está tu cuerpo, no estás tú,
fuente de mis deseos y anhelos.

¿Cómo decir que te amo, si no estás?
¿Cómo implorar tu olvido?
si me enterco a tenerte aquí, aprisionada en mis besos
y en mis cuatro paredes y en mi cama
que vacía añora tu cuerpo entre las pieles que la cobijan
sábanas ajenas a este dolor profundo, al olvido que he hecho de ti…




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lunes, 6 de octubre de 2008

Inconcluso



Hoy he encontrado que no valía la pena
estar caminando por ahí,
con las manos en los bolsillos
en calles vacías, en desiertos, en castillos,
en playas en que mi mano no encuentra tu vientre
y mis labios tus labios.

Me he dado cuenta que no hay tiempo,
no, ya no hay tiempo
si acaso tu mirada y esa palabra que echa a rodar
el universo -o al menos el mío-,
me he dado cuenta que no hay soledad,
que no hay resaca de tanto silencio
ni noches vacías ni palabras sueltas al viento
ni lluvias mojando caras, ni brazos desiertos.

No, ya no hay tiempo vacío, ni muerto, ni vivo,
ni mares cantando, ni playas solitarias
en que nacen poemas, poemas de amor



Eugenio

Poemas Varios



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domingo, 28 de septiembre de 2008

Hipocresía




Hablo de ti cuando te ausentas,
cuando en el aire aún está tu perfume, raro,
-te lo he dicho muchas veces-
y te quedas en silencio con todo a cuestas,
tu soledad entera y esa forma de mirarme
que me penetra, que se lleva mis propios ojos
hasta tu vientre.

Hablo de ti a las paredes, a los muebles, a la luz,
a las imágenes viejas que me miran
y escuchan lo que tengo que decir de ti,
y todo vuelve al silencio, lugar de donde parto
hacía tu cuerpo de manzana
y todo me escucha y todo me espera y me mira.

La palabra brota entonces como manantial interminable de letras
y se rompe en el cristal de tus ojos
vertiendo tu líquido virginal, de adentro de ti,
gotas de agua que corren sin cansarse
en el costado de unos versos.

¡Me jode tanta ternura que tengo, tuya!

Amor mío esto es hipocresía,
cuando hablo de ti a los cuartos obscuros y en silencio,
a las mañanas en tus brazos, lugar en que no me canso,
en que se duermen los anhelos y el amor.
Hipocresía es lo que yo llamo
cuando tú duermes y yo le digo a las cosas
lo mucho que te amo.

Eugenio
Treinta poemas tristes








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jueves, 25 de septiembre de 2008

Si

Si.
Siempre me enfrento al mismo problema cuando me siento aquí, delante de esta hoja en blanco o enfrente de este ordenador o de una libreta abierta de par en par. Siempre me pongo a pensar un momento y ese momento se vuelve eternidad entre las olas de café que, revueltas en mi taza se revuelcan en el instinto de besar unos labios.La espuma humeante del recuerdo vigente baila ante mis ojos y mi mente comienza a elucubrar metáforas -de leche diría el poeta-, y mi cuerpo se pierde entre presagios y universos que van y vienen, vaivenes interminables de un mar interminable.

Si.
Navego a través de horizontes que nadie ha visto, que nadie ha sentido, que nadie supone que soy. Y las tardes interminables en que las hojas caen, en que llueve, en que el viento juega con el pelo de una mujer -que no tengo-, de los papeles vagabundos y en blanco que ayudan a lágrimas a nacer van a la par de mi barca. Y me hundo entonces, ¿qué es entonces?. Sólo imaginación que juega con los rayos de sol en las mañanas de cualquier vida.

Si.
Me he convertido en silencio para acallar voces, me he convertido en yerba, en nostalgia, en lluvia, en mundo…


Eugenio
Diálogos en soledad


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lunes, 22 de septiembre de 2008

Biografía.



Soy ingeniero de profesión, pero aprendiz de poeta -de oficio-.
No sé como comencé en éste arte de plasmar en letras mis sentimientos, ni cuando fue, creo que nací con ello, a veces siento que es una carga o un castigo que con estoicismo soporto, otras tantas, siento que es una bendición de Dios el poder expresar lo que uno lleva dentro y dejarlo ahí, navegando en el éter de una hoja de papel hasta que unos ojos sedientos de leer lo descubran.
Antes que escritor –si me permiten referirme a mi persona en ese término- soy lector, aunque en ocasiones no me alcance el tiempo para leer como yo quisiera. En mis inicios cuando escribía algo, no lo hacía en papel, lo hacía en la mente, infinidad de versos y poemas nacieron y murieron en un instante, por la pena de mostrar lo que escribía -algo tan común entre nosotros-, después se me metió la idea de que la poesía era sólo métrica y rima, así que me dediqué a escribir de esa forma pero me sentía encerrado en algo que no me gustaba y llegué a pensar que la poesía no era para mí ni me servía para expresar lo que realmente sentía, y no fue sino hasta que descubrí el verso libre que me sentí a gusto, poetas como Neruda, Sabines o Benedetti desfilaron ante mis ojos y me enseñaron a descubrir el proceso de encontrar un estilo propio. Considero que aún me falta mucho por aprender y muchos poemas por escribir, el camino es muy largo y nunca dejaré de crecer.

El amor, la soledad y la reflexión es lo que me mueve a escribir y creo que es sobre estos sentimientos que mi obra ha quedado asentada.
Lunita, quiero agradecer el que me hayas abierto este pequeño espacio en la red para poder compartir parte de lo que represento en este universo infinito de la red y de sus corazones.

Gracias


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miércoles, 17 de septiembre de 2008

Esta creciente necesidad ...

Esta reciente necesidad de cubrirte de mi ausencia
es sólo tuya, de nadie más.
He tratado entre la bruma, el abandono,
quedarme callado con apenas dos palabras quemándose entre los labios
y en ellas, tú.

Puedo morirme mil veces y luego
despertar siendo el mismo, con tu huella
que lastima y con tu necesidad de tenerme en la distancia.
¿Qué hago amor?, si te has vuelto roca,
y orgullo, soledad.

Yo te nombro -a veces- primavera,
estación del tiempo sin paradas, sin juicios,
sin letras…

Y te quedas aquí, conmigo, nombrándome en las noches, desesperada
inquieta, enamorada,
como si fuera la primera vez,
enclaustrada, en mis trastornos te derrites,
en mis noches en que no quiero salir
y verme como tantos otros,
tan falto de ti, de tu juicio,
de tus ojos.

Y callado renuncio a la tristeza del insomnio
cuerpo mío en que descansas, inerte y callada,
hasta que miles de murmullos te incitan a gritar:
te amo...



Eugenio
Treinta poemas tristes