Te
he esperado mucho tiempo
las
orillas de la ventana ya no existen,
me
he vuelto a la ceniza una y otra vez,
en
las horas ya no está el eco de mi voz,
ni
la distancia parca que mide los tiempos.
Se
ha hecho de noche,
el
día es un vil recuerdo de lo que fuimos,
el
momento se aplaza una y otra vez en las sombras
agazapado
como cualquier felino en acecho.
Hay
paredes que sobreviven al holocausto
cuadros
que no se acaban, memorias.
Hay
una taza de café en la mesa
seca
como las hojas de este otoño sin fin.
Las
olas de un mar abierto que nos llama
se
arrepiente, siempre lo hace en la nostalgia
se
las arregla considerando las pequeñas circunstancias
para
sobrevivir al minuto siguiente.
¿Te
has dado cuenta de eso?
En
el rincón donde estamos hay huellas que no terminan
se
agolpan en las sienes como las ideas y duele.
Hay
gente allá afuera que baila a la vida
los
sonidos de su guitarra juegan a ser yo,
¡Qué
frágil es todo esto!
En
mis manos su cuerpo tiembla
entre
las hojas que deja caer sin fin
el
viento se extiende, llora y deja caer los recuerdos,
la
primera vez que la aurora se acerca, se da vuelta,
me
abraza y me aleja del sueño aciago.
Se
queda al final, en esos cuadros interminables
se
aferra, tiene deseos de perdurar
en
mi memoria…
Eugenio
Diciembre
26, 2012
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