reconóceme en el tiempo de una mirada,
de un suspiro o de un beso.
Si me paro un poco
en el momento en que la noche cae insondablemente
entre mis sentidos y los tuyos,
en los momentos de las vastas soledades perpetuas
que cobijan mis auroras, y mis diferentes soles
y mis diferentes días, ¿me reconocerás?.
Yo soy la sombra que se escuda entre
los diferentes pliegues de tu piel, de tu deseo, de tu falda,
de tus órganos más queridos y guardados,
de tu vientre.
Yo soy la sombra que no pide permiso para atraparte
entre las manos de arcilla de unos versos,
y a través de las horas, de los días.
Yo soy el destino,
cruel, marchito y envejecido
por la daga que van dejando tus huellas
en el camino de este largo soñar,
que es la vida.
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