domingo, 25 de enero de 2009

Tú no lo sabes...


Tú no lo sabes, no lo sabrás nunca
mientras cierras los ojos
y oyes los suspiros que ya no tienes
y yaces bocabajo sobre mi espalda
y te arrejuntas en mi boca, mis ojos que no te miran
se recrean en el amor de tus ansias.

Tú no lo sabes, pero eres una cosa cierta
una estrella apenas,
una hoja de árbol cayendo en mi sábana,
un respiro así, sencillo o sensual, desnudo,
desnudo como la piedra de mis ojos
o esta urgencia de amor, que se queda
después de amanecer.

Yo soy el que te veo crecer de la noche al día
entre mis sueños quizá, entre la soledad de mi palabra.

Entre mi cuerpo y tu cuerpo hay un espacio vacío
que intentas llenar con tus manos y tus suspiros.

Te miro silencioso y pienso,
pienso en tus gráciles piernas
en tu mirada, en tu pelo.

Tú no lo sabes, no lo sabrás nunca
mientras yo te amo en la oscuridad
tú aprietas el paso, apresurada a cualquier lado
a la escuela, al mercado, a la comida
al corazón quizá…
de otro.


Eugenio
Alevosía


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domingo, 4 de enero de 2009

Y que tal que no existes...





Y que tal que no existes,
que sólo eres un invento de mí,
para mí,
que sólo existes en mis noches,
mis dudas,
mis temores,
en este pedazo de pan,
bocado inacabable para mi espíritu.

Tu cuerpo, sólo harina para mi sangre.

Y que tal que sólo existes en mi imaginación
cuando cierro los ojos y sólo veo tus sombras,
en mi pensamiento oculto,
en eso lo que los hombres llaman silencio, y respuesta ,
en lo que dicen de ti y aún en lo que no dicen,
en el pecado,
en la lujuria de mis noches y mis días de soledad,
miradas furtivas adueñándose de mis ojos
dedicados a doncellas varias, desnudando cuerpos
a diario.

En esta hoja en blanco, en esta pluma,
¿existes?.

¿Qué tal que sólo existes en lo que hay afuera de mi,
en los átomos y las partículas de aire que hay a mi alrededor,
en esto que suelo llamar luz
en la bondad y la injusticia,
en la muerte,
en el corazón de un alma pura.

Yo no creo en todo esto que digo,
ni en lo que dicen ellos de ti,
y sin embargo hay algo más,
una fuerza interior que me empuja,
que me alza los brazos y el alma
y me abre los ojos para verte
sin rostro apenas,
sangre y pan, vino y carne, gloria e infierno…

Yo pienso que debes existir,
por que existimos nosotros
y porque creo en ti.


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