sábado, 27 de marzo de 2010

La Ciudad de los Sueños

Capítulo III

Encendí una pequeña fogata sobre la cual puse a calentar un poco de agua para café en un recipiente que había llevado, en aquel pequeño páramo el frío era un poco más fuerte que en otros lugares, en esos momentos estaba el cielo despejado con las estrellas a simple vista y yo estaba contento porque la lluvia me estaba dejando disfrutar del café antes de dormir.
Al poco rato ya estaba yo dormitando cuando de pronto escuché unos pasos detrás de mí, me sorprendí por la extraña calma que sentí en aquellos momentos, porque al volver la vista y fijar mi mirada en la oscuridad no pude ver a persona alguna, me invadió una gran curiosidad por saber quien estaba conmigo – ¿quién está ahí?–, pregunté pero nadie respondió solo el silencio.
“A lo que hay que temer es a la gente viva, no a los muertos, que ellos ya pertenecen a un mundo diferente”, solía decir mi padre y pensando en esto extendí sobre el suelo la manta que llevaba conmigo me acosté y me dispuse a dormir, debí estar muy cansado porque me quedé dormido inmediatamente.
Esa noche tuve un sueño muy extraño, estaba yo en la ventana de una casa desconocida, era noche y me sentía cansado pero no podía dormir, en mi insomnio me había parado a recibir un poco el aire fresco que entraba por la ventana abierta, en la calle todo era silencio, roto por el canto de los grillos y en la oscuridad solo se veía un pequeño rayo de luz proveniente de la luna y que se filtraba por las rendijas que dejaban las nubes.
Estaba a punto de retirarme cuando vi a una extraña procesión que se acercaba, algunos llevaban lámparas, otros llevaban velas alumbrando la totalidad de la calle, está procesión marchaba en silencio y llegaba hasta un parque en el centro de un poblado, a mitad del parque estaba una figura formada por dos manos unidas por las muñecas, con las palmas extendidas hacía arriba, emitiendo una luz extraña.
Salían de las manos diferentes imágenes todas ellas figuras ordinarias, por ejemplo la figura de un bombero, un tendero, un policía, una ama de casa, niños sonriendo y durmiendo algunos y varias imágenes más. La procesión se detenía enfrente de ese monumento y los asistentes quedaban maravillados viendo las imágenes salir inagotablemente de la figura, como si fuera un cine. Desperté sobresaltado, el mismo ruido de horas antes volvía con mayor intensidad y en esta ocasión no estaba soñando o imaginando cosas.
–Te esperaba desde hace mucho tiempo –Dijo el hombre en voz alta, que parecía haber estado hablando desde hacía rato ya–. Desde hace doce años precisamente.
Abrí los ojos rápidamente con al susto aún reflejado en mi rostro. A unos pasos de mí estaba él, el hombre que doce años antes me había entregado el mapa igual a como yo lo recordaba, se apoyaba un poco en un bastón que le servía de báculo, aunque no lo alcanzaba a ver bien debido a la poca claridad de esos momentos, me di cuenta de todo esto poco después cuando la luz del día comenzó a reinar en aquel pequeño valle.
– ¿Quién eres? –pregunté un poco somnoliento y aclarándome la vista.
–El mismo hombre que te entregó un mapa hace algunos años y que te viene a esperar cada noche desde aquella vez, ¡te tardaste demasiado! pero al final decidiste seguir tu sueño, ¿no es así?
–Bueno, no quiero decir que mi sueño sea seguir el camino que indica el mapa – Contesté–, creo que sólo es un poco de curiosidad por conocer el mundo y a la vez una ilusión infantil.
– Llámalo como quieras –Contestó el hombre con una leve sonrisa–, pero si estás aquí es porque aún sueñas y eso es bueno.
– De eso si puede estar seguro porque siempre he tenido sueños aunque, a últimas fechas hay algo que no logro descifrar, quizá sea una inquietud por descubrirme a mí mismo –Dije despertándome por completo–. Y a todo esto, ¿quién es usted?, ¿de dónde salió?
–Te explicaré –Dijo el hombre–, he venido de la ciudad de los sueños a decirte que para llegar allá no necesitas ir por un camino ordinario, por el contrario tienes que hacer acopio de toda tu imaginación y esfuerzo, como ya te has dado cuenta esta ciudad no es común, como todos los sueños es magia, magia pura e imaginativa. Antes de llegar vas a pasar por un lugar donde, si no tienes cuidado puedes perderte para siempre en un camino sin retorno y que para salir de ahí solo tienes que seguir los pasos que te indique tu corazón. Para mí es un placer volver a verte, ahora me voy y espero que puedas encontrar la ciudad sin ningún problema.
–Pero, me gustaría saber su nombre... –No pude terminar la frase por que ante mis ojos y atrás del viejo se comenzó a encender una luz que abarcaba todo su contorno, al principio como un destello y luego poco a poco lo fue consumiendo.–Eso no tiene ninguna importancia, pero si en verdad estas muy interesado puedes llamarme “Tiempo” –Concluyó–, despareciendo entre las luces que el sol comenzaba a dejar en el valle y a la vez dejándome estupefacto y más confuso que antes.


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