martes, 16 de junio de 2009

La lluvia y tú...

Sé que te pertenezco, enteramente
mientras manejo y escucho una canción,
mientras la lluvia cambia de humor
y se deja caer a ambos lados de la calle
y se oye el claxon de los autos
y la gente corre despavorida por el agua.

Sé que soy nada, sin tu compañía
que la noche se alarga y se despega del día,
y se aquieta rompiéndome la espalda.

Algún día sabrás que mis ojos no se cierran
si no estás aquí, que mis oídos se desgarran
haciéndose mil ecos tu voz, tu voz tan preciada,
que tus ojos tocan el aire y me abrazan,
y el humo del cigarro se queda
permanentemente oprimido a mi pecho.

Sé que soy un tonto, lo sé muy bien
mientras las velocidades se aminoran por el agua
y las gotas rompiéndose en mil cristales sobre el parabrisas
no dejan ver más allá de dos minutos de celo.

Las luces juguetonas se abalanzan unas con otras
y se rompen en lámparas multicolores,
en el vidrio.
Una que otra mentada de madre,
y todo vuelve a callarse, mientras yo pienso en ti.

En tu soledad debe haber miles de recuerdos
guardados para momentos impropios
como en los míos, mientras fumo y echo el humo
y sigo escuchando, callando,
la carretera, el agua, el frío, ésta dulce repetición
que se oculta bajo un charco en la calle
y que salta a cada caída de llanta.

Yo no sé qué me pasa
cuando todo está húmedo hasta la conciencia
y sigo manejando esta dulce contienda
de ser tuyo, y no tenerte…
a mi lado.

Eugenio




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1 comentario:

maria magdalena dijo...

Como todo lo que tu escribes, hermoso, pero muy triste, casi lloro, tienes el don de plasmar muy bien tus sentimientos. Un beso Eugenio.