
De tu sexo a mi sexo
mis manos y tus manos,
palomas heridas al vuelo de una caricia
o dos o tres…
De mis labios a tus labios
veinte palabras y unos besos,
las miradas que se buscan y se encuentran en dos cuerpos
desnudos a la luz que los toca y besa…
De mi cuerpo a tu cuerpo, las ansias,
el deseo descarnado de mi avidez,
y mis manos y tus manos.
Hay gente por todas partes,
en las calles, en los autobuses, las esquinas, los tranvías o trenes,
en los aeropuertos los he visto, tristemente ignorantes
de lo que sucede hoy, aquí.
Mis manos y tus manos parecen entes ajenos,
que se avivan entre las olas que emanas del deseo enhiesto
cobrándose dos víctimas,
ellas hablan, ven, sienten… siente mis manos
recorriendo lo que las sombras, lo que mis labios.
Te derrites como la cera al fuego
y yo te moldeo y te siento mía, y te quiero y te adueñas de mí
y te me vas del ensueño para despertar a las realidades
que desesperadas se alejan buscando,
yo que sé, pero buscando, siempre buscando…
Me sumerjo en este río de voluntades para encontrarte a ti,
sumisa, encendida, temblorosa en mi pecho,
en el deseo diario de las cosas que no tenemos,
que deseamos más allá de lo que somos,
y te deseo en ti misma, en eso que eres
cuando te tengo en mis manos y cuando yo estoy
en las tuyas.
Eugenio
(Alevosía)
Poemas para mi
mis manos y tus manos,
palomas heridas al vuelo de una caricia
o dos o tres…
De mis labios a tus labios
veinte palabras y unos besos,
las miradas que se buscan y se encuentran en dos cuerpos
desnudos a la luz que los toca y besa…
De mi cuerpo a tu cuerpo, las ansias,
el deseo descarnado de mi avidez,
y mis manos y tus manos.
Hay gente por todas partes,
en las calles, en los autobuses, las esquinas, los tranvías o trenes,
en los aeropuertos los he visto, tristemente ignorantes
de lo que sucede hoy, aquí.
Mis manos y tus manos parecen entes ajenos,
que se avivan entre las olas que emanas del deseo enhiesto
cobrándose dos víctimas,
ellas hablan, ven, sienten… siente mis manos
recorriendo lo que las sombras, lo que mis labios.
Te derrites como la cera al fuego
y yo te moldeo y te siento mía, y te quiero y te adueñas de mí
y te me vas del ensueño para despertar a las realidades
que desesperadas se alejan buscando,
yo que sé, pero buscando, siempre buscando…
Me sumerjo en este río de voluntades para encontrarte a ti,
sumisa, encendida, temblorosa en mi pecho,
en el deseo diario de las cosas que no tenemos,
que deseamos más allá de lo que somos,
y te deseo en ti misma, en eso que eres
cuando te tengo en mis manos y cuando yo estoy
en las tuyas.
Eugenio
(Alevosía)
Poemas para mi
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