sábado, 8 de enero de 2011

La palabra

La palabra es un producto que sale del alma, vende, es cierto pero hay que saber comprarla, el buen vendedor espera pero no sabe a quién podría interesarle el producto, así, se pasa ofreciéndolo mucho tiempo, a veces la conserva para siempre, otras tantas se lo da al primer comprador que se presenta a su lado.
Por el lado del comprador, le atrae lo bonito ”lo que vende”, lo que entra por los ojos, aunque no sea algo realmente bueno, muchas veces lo compra por eso, por bonito, para desecharlo a las primeras de cambio, otras tantas termina aburriéndose de ello, y quedando más vacío que antes, aquí lo que conviene es comprar y mirar y pasar tiempo con lo que se admira, hasta que se termina convenciendo de la utilidad de quedarse con aquello que se compró, o como buena compra, desde un principio se busca por la utilidad de las cosas.
El amor tiene mil caras, una de ellas es la tristeza, la añoranza se columpia siempre en el sueño y se suele soñar con todo lo que nos alegra, lo que nos produce placer, la locura de enamorarse va muy pegada a la tristeza de sentir el engaño, el miedo de sentir que podemos amar más allá de nuestros límites nos invade y quedamos atónitos de cada día nuevo que vivimos enamorados y somos cursis y volamos.
Pero lo más importante es el recurso de ese fuego interno que no se apaga, de ese amor por nosotros mismos, porque a medida que éste crezca, podremos darlo a manos llenas, y será una fuente que no se agote por más que demos amor.


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1 comentario:

Anónimo dijo...

1,2,3,,5,6...