Siempre he creído que la luz no llega,
que se queda a descansar entre mis párpados vacíos
o en los mismos párpados de los amaneceres largos
de estos días en que todo se detiene
y no ayuda a pasar el tiempo.
La oscuridad entonces se vuelve silencio
entre los ruidos más lejanos
y la ciudad se despierta dejando tristes a los sonámbulos,
seres desperfectos entre las sombras de los días,
del tiempo.
A veces pienso que la luz nace en mis ojos
como estrellas que se crean y se destruyen
unas a otras, o un agujero negro,
gula total del ojo devorando espacios, universos
y hojas del tiempo.
Me han dicho que los días se repiten -mis ojos-
uno, dos, tres, cuatro veces repetidas,
ojos del día que vuelven a mirar y miran sin cesar
la luz invasora que a deshoras, vuelve a entrar por la cortina
de mis oídos muertos, de tanto mirar.
Y entretanto y tanto que vivo,
entretanto y tanto, que muero...
Eugenio
(Soledades)
julio 14, 2007
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