domingo, 4 de enero de 2009

Y que tal que no existes...





Y que tal que no existes,
que sólo eres un invento de mí,
para mí,
que sólo existes en mis noches,
mis dudas,
mis temores,
en este pedazo de pan,
bocado inacabable para mi espíritu.

Tu cuerpo, sólo harina para mi sangre.

Y que tal que sólo existes en mi imaginación
cuando cierro los ojos y sólo veo tus sombras,
en mi pensamiento oculto,
en eso lo que los hombres llaman silencio, y respuesta ,
en lo que dicen de ti y aún en lo que no dicen,
en el pecado,
en la lujuria de mis noches y mis días de soledad,
miradas furtivas adueñándose de mis ojos
dedicados a doncellas varias, desnudando cuerpos
a diario.

En esta hoja en blanco, en esta pluma,
¿existes?.

¿Qué tal que sólo existes en lo que hay afuera de mi,
en los átomos y las partículas de aire que hay a mi alrededor,
en esto que suelo llamar luz
en la bondad y la injusticia,
en la muerte,
en el corazón de un alma pura.

Yo no creo en todo esto que digo,
ni en lo que dicen ellos de ti,
y sin embargo hay algo más,
una fuerza interior que me empuja,
que me alza los brazos y el alma
y me abre los ojos para verte
sin rostro apenas,
sangre y pan, vino y carne, gloria e infierno…

Yo pienso que debes existir,
por que existimos nosotros
y porque creo en ti.


Copyright © Eugenio.– Todos los derechos reservados

2 comentarios:

@ngelluz dijo...

Mi caballerísimo, si existe, en algún rinconcito de este mundo, debe estar nuestra media naranja...

Te quiero muchísimo mi amigo del alma. Siempre escribiendo lo que me hace sentir y pensar.

Besos dulces...

Eugenio dijo...

Angela, gracias siempre por mostrar tus pasos entre mis letras, es un gusto enorme el que estés por acá.

Un beso

Eugenio